martes, 30 de diciembre de 2008

xx. Invisibles .xx

Cierra los ojos. Imagina una escena de tonos grises. A tu alrededor, angustia. Imagina un calor insoportable que te asfixie sin piedad.

Tienes un hermanito pequeño, de unos dos años. No sabes cómo, pero eres consciente de que por la falta de recursos básicos sus ojos oscuros repletos de infancia y ternura se terminarán cerrando para no abrirse jamás. Sabes que morirá.

Siempre que la luna ilumina el silencio de la noche lloras. Contemplas su cuerpecito, tan pequeño; le observas respirar y tiemblas de rabia por no saber cómo darle una vida mejor.

Tú no eres culpable de haber nacido en un lugar así, por existir en un mundo para muchos invisible. Nadie quiere veros, los países ricos prefieren borraos del mapa y daos por inexistentes. Los medios esconden vuestro dolor. Los que pueden no colaboran. Ese niño pequeño que va a morir podría llegar a enamorarse, podría llegar a trabajar, podría tener una vida digna, podría pero no la tendrá.

Día a día ves ataúdes de pequeñas dimensiones que ocupan su interior con cuerpos y corazones que apenas han vivido unos años. La muerte, el hambre y la invisibilidad que el primer mundo les ha proporcionado les ha empujado a la muerte.

Niños, niños como tu hermano imaginario, llenos de inocencia, débiles; niños que en medio de la acera de la barriada juegan con sus manitas diminutas sin saber lo que se les viene encima; niños cuya cabecita inquieta no saben a ciencia cierta qué es la vida y qué es la muerte, pero que en un corto plazo temporal experimentarán ambas sensaciones.

Porque el mundo les borra del mapa. Son más importantes las estéticas de los debates electorales y los resultados de los últimos partidos de fútbol que decir claramente que el mundo se agrieta de dolor, que la muerte acuchilla a la vida sin piedad en muchos países. Es mejor mirar a un lado y no ver, no ver porque no queremos hacerlo.


Siento que nos creemos demasiado importantes, que el ser humano se considera indispensable y necesario para el mundo. Nos damos demasiada importancia y no somos tan necesarios. Mientras las guerras sigan en activo no habremos conseguido nada. Nada.

martes, 23 de diciembre de 2008

xx. Smile .xx

Desde que le he conocido no beso más sapos,
y mi vida supera con creces cualquier película de ciencia-ficción.

David Waldorf.

domingo, 14 de diciembre de 2008

xx. No hay nadie como tú .xx




Quiero vivir eternamente, sonreír diez veces por segundo y hacer de este mundo un lugar un poco mejor para aquellos que algún día ocuparán nuestro lugar. Anhelo que las personas den más valor al sabor de un beso en vez de a la discusión con el imbécil de turno. Quiero que todo esto cambie, queridos reyes magos. Porque un día fui un niño y mi mundo era más justo que en el que ahora vivo. Quiero un mundo mejor, como en esos años decía jugando al escondite inglés cuando alguna vez conseguía ganar la partida, “por mí y por todos mis compañeros”.


David Waldorf.

lunes, 8 de diciembre de 2008

xx. Locura Irreversible .xx

Nunca supe que te diría ésto de esta manera Laura, perdóname. Perdóname por no haberte escuchado cuando tenía que hacerlo, perdona que me jurases miles de veces que dejarías toda tu vida por mí mientras yo me reía de la vida, de la vida y de ti. De la vida pensando que no me haría daño, y de ti dando por sentado que siempre me perseguirías.

No sé si me oyes, pero desde este balcón de mierda, oscuro y frío, te grito que te regalo mi vida, te exijo que vuelvas y me des la mano que sollozabas jamás soltar. ¡Todo por mi puta culpa, todo por no haber luchado por ti, joder! ¿Y ahora qué?

Ahora que me he dado cuenta que nunca podré despertarme con un pellizco de esta pesadilla ni volver a ver tu cuerpo durmiendo a mi lado me arrepiento y me masacra el dolor.

Tal vez no me escuches, pero la nicotina del último cigarrillo y mis voces de felino loco me ayudan a sentirme menos culpable… me está destrozando este dolor. Me imagino a tu puñetero lado sin más, tú leyendo, disfrazada con un vestido blanco en la orilla del mar mientras el viento del sur mece los mechones de tu cabello; yo haciendo el imbécil con una pelota de goma, corriendo de un lado a otro con el oleaje de julio y la arena removida por mis pies.

¿Por qué ha pasado esto? No me rendí a ti y ahora te has marchado. Cómo duele la culpa del ignorante que mastica el error que jamás podrá corregir. Cómo duele aprender a vivir sin ti, Laura. Ahora estás lejos, te fuiste con él, él que te dio la mitad de lo que tú me pedías.

La luna se oscurece y oculta entre la niebla para no sentirse culpable de la sórdida escena. Se escucha al fondo el chirrido de una valla. Laura se marchó e intentó ser feliz; él no ha podido con el peso de la realidad y ha desafiado la ley de la gravedad. Ya ha pasado. Vuelve a salir la luna a escena. Otra simple locura por amor.

Amores inmaduros. Amores no comprendidos. Amores perdidos, rotos. ¡Qué ignorantes...jamás se dan cuenta a tiempo! El amor... qué dulce locura, locura que mata y da vida al mismo tiempo. Locura…locura por amor.
David Waldorf.

sábado, 6 de diciembre de 2008

xx. Parada en el camino .xx

Camino entre la polvareda pensando que alguna vez te encontraré aunque hasta ahora no lo haya conseguido. Me siento en la primera roca de tamaño considerable que se cruza conmigo y me pongo a pensar. Le doy vueltas a mis inquietudes y temores mientras el sol arde en mis mejillas. Enciendo un pitillo ahora que nadie es testigo de mis pecados y me atonto con la nicotina. Tengo miedo a dejar de sentir, miedo a no haber sentido nunca. Me cruzo de piernas y apoyo mi cabeza sobre los brazos. Me lamento y suspiro en un pentagrama de emociones cuya partitura no termina de encajar jamás, como un gato que persigue su cola toda la eternidad, dando vueltas sobre sí mismo. Soy una marioneta del tiempo, un títere que busca una cura para el miedo que ningún dios llegó a inventar. Ya no sé argumentar con mi generación, me canso de multiplicar nombres de personas que no creen en nada.

Me enfrento al mundo de frente, defendiendo el amor como un hito por encima de todas las cosas, luchando contra neófitos de lo banal que se sienten íntegros con el intercambio del sexo infiel sin sentido. Lo que no saben es que ellos temen más que yo, más que nosotros. La carne se rasga con el pánico y los deseos poseen el poder de convertir el cuerpo en esclavo. La soledad acecha, el encuentro fugaz les protege. La dignidad ya no importa. Se esconden tras máscaras de cartón que se terminarán rompiendo, así como sus esquemas.

Apago el cigarrillo con la suela de mis converse azules y vuelvo a caminar, dejando tras mis pisadas un rastro celeste de ilusión y esperanza, por lo que hoy no es pero mañana será.
David Waldorf.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

xx. Amarás a Blair Waldorf .xx

El barrio neoyorquino Upper East Side tiembla con las aventuras semanales de los chicos de Gossip Girl.

Basada en la serie de bestsellers de Cecily von Ziegesar de nombre homónimo, Gossip Girl nos deja observar las vidas de un grupo de niños ricos de Nueva York al más puro estilo teen, pero con calidad, presupuesto y glamour. Narrada por un personaje omnisciente que se presenta como dueña del blog que da nombre a la serie, capítulo a capítulo la serie nos va enganchando hasta hacernos partícipes de las debilidades de cada uno de los personajes.

Blake Lively, Leighton Meester y Ed Westwick encabezan el reparto de lujo de esta producción estadounidense que, a pesar de su estreno reciente (finales del 2007) en América, ya ha enamorado a millones de jóvenes de todo el mundo gracias a la facilidad de descarga de ésta a través de programas de intercambio P2P, visionado online….

Lujo hasta empalagar, pasiones de lo más inesperado, traiciones que te dejan con la boca abierta y puñaladas traperas de mejores amigas son algunas de las tramas de esta serie de divas que el próximo día 15 estrenará en prime-time la cadena temática AXN en nuestro país. Semanas después, Televisión Española nos dejará degustarla a todos.

La selección musical, el cuidado vestuario, los escenarios de Manhattan y la cítrica ironía con la que cuenta son algunos de los ingredientes que nos harán desear vivir en Nueva York sin crisis ni cargos de conciencia por haber cometido locuras que ni te puedes imaginar.

Te regalo un vídeo de los primeros minutos en castellano de la serie.

lunes, 1 de diciembre de 2008

xx. Madame Blood .xx

Madame Blood pasea por las céntricas calles de un Londres victoriano disfrazada de las más lujosas marcas textiles de toda la ciudad. El mismo camino de todos los días, cincuenta pasos protagonizados por sus tacones blancos, un giro a la derecha y su cabellera luce entre el bullicio de Park Lane. Todo va perfecto, el bolso de piel está en su sitio. Un momento, algo ha pasado. La rutina se rompe. Viento, los árboles se agitan. Los tacones se paran en seco.

Llueve, no es agua. Un poco de aquello que cae del cielo se cuela entre las comisuras rojas de los labios de Madame Blood. Intenso sabor. Llueve sangre humana. Los ángeles se cansaron de presenciar impotentes la ingenua humanidad y decidieron cortarse las venas.

Abre el bolso y saca el espejo. Sonríe a la piel escamada que refleja aquel chisme viejo y se siente orgullosa de aquella imagen gótica que observa. La sangre cae por sus mejillas como si fueran lagrimones. Está perfecta, tan gélida.

Madame Blood sigue caminando; ni la furia celestial parará el ritmo de su perfecto día. Ella mueve los hilos de su vida sin ser espectro de nadie. Hace años que habita Londres en su eterna soledad.

domingo, 30 de noviembre de 2008

xx. Ganas de sangre .xx

Eso es, ahí tenemos la portada del mes de diciembre de la revista de cine Fotogramas. Cinemanía también le dedica un buen reportaje. Crepúsculo, basada en el libro homónimo de Stephenie Meyer, primer volumen de cuatro, se hace con ríos de tinta en los medios de comunicación de todo el mundo.

La cinta, que fue grabada a ciegas sin saber la aceptación mediática que tendría en las grandes pantallas, ha roto la taquilla estadounidense. Duplicando con creces la recaudación de la última película de Disney, Bolt, el filme dirigido por Catherine Hardwicke (“Thirteen”) ha conseguido la friolera de 71 millones de dólares en su primer fin de semana.

Las cuatro entregas del fenómeno literario de Stephenie Meyes han vendido más de 17 millones d ejemplares en todo el mundo desde la publicación en 2005 del primer volumen, llegándose a convertir durante 47 semanas en “el bestseller” de The New York Times. La banda sonora de la película, muy estudiada por la creadora de la historia, ya forma parte de la lista de discos más vendidos cuando ni siquiera se encuentra en el mercado.

El argumento de los libros es simple: Muchacha joven de 17 años conoce vampiro y se enamora de él. Bella Swan y Edward Cullen, el personaje literario más deseado por las jóvenes lectoras de todo el mundo. El problema es que, por muy moderno que sea…bebe sangre. Keisten Stewart (La habitación del pánico) y Robert Pattison (Harry Potter y el Cáliz de Fuego) son los encargados de dar vida a los protagonistas de la ficción.

Ahora queda esperar a ver la película para comprobar si las cifras van acordes a la calidad de la adaptación, y tener paciencia para leer el próximo libro de la nueva J.K.Rowling, Sol de Medianoche.


Yo, como seguidor ferviente de los libros, espero salir con una sonrisa de oreja a oreja tras el visionado de la cinta. Ya veremos.


viernes, 28 de noviembre de 2008

xx. El valor de lo efímero .xx

Cada amanecer me enfrento a la vida con furia e intento que perduren todas las sensaciones que voy sintiendo en los huecos de mi memoria. A cada instante doy un paso con firmeza y visto la cabeza bien alta prometiendo que cada día será mejor que el anterior. Cada mañana observo, sonrío y me intento convencer del valor de lo breve. A cada momento asimilo lo intensa que es la vida, efímera y a la vez tan sórdida.

Giro el cuello y me doy cuenta del estrés con el que vive la gente, mi familia y yo mismo. Camino más lento aún, siempre llegando impuntual a cualquier sitio. Nací después de lo esperado, conocí al chico que me volvió loco antes de que me tocara hacerlo y llego tarde a todas horas. Lo mío no es el tiempo exacto, las exactitudes; a mí me gusta la sensualidad de la lentitud con la que la gota de lluvia se precipita desde una nube hasta el charco donde un día saltaba con unas botas de niño idiota salpicando a todas las mujeres mayores que pasaban por allí; a mí me encanta dividir la sonrisa de una persona que quiero en varios fotogramas que me permitan degustarla mejor…a mí, a mí. Hace años que dejé de hacerle llaves a la velocidad con la que pasa el tiempo.

Efímero, piénsalo… qué palabra más bella, ¿verdad?

La vida en sí misma es efímera, huidiza. Los veinte segundos en que nos atamos los cordones por primera vez o montamos en bicicleta para dar de bruces con el suelo; el primer amor, que se desliza entre los dedos hasta escapar transformado en brisa inerte que jamás regresará. Efímero, repito, efímero.

Un primer beso, húmedo y breve, que frena tu vida en seco desafiando la ley de la mortalidad. Los tres minutos de una canción que te emociona al recordarte a un ser querido que ya no está, cómo duele. La hora y media de una película que muchos dicen que es mala pero que para ti toma un sentido especial. Una tarde que te regalas sin mentiras, sin presiones, contigo mismo. Efímero, repito, efímero.

Dar treinta pasos con los ojos cerrados en medio de un bosque, confiando en que no te romperás la mandíbula al golpearte con cualquier rama gruesa. Un buen libro acompañado de un descafeinado, tu mejor amiga y la vista más bonita de todo Madrid. El éxito del fracaso y el fracaso del éxito. Darse cuenta de que las cosas no son lo que parecen, que ni estás tan solo ni tan acompañado. Que algunos que parecían quedarse para siempre se fueron y otros que no prometían demasiado siguen a tu vera. También reconocer que eres el mismo niño que hace quince años eras, pero con líneas que marcan en el mapa de tu rostro los caminos que recorriste, hasta dónde llegaste. Observa tus facciones.

Sentir, vivir, amar, sonreír, madurar, aprender, sufrir para mejorar: sin prisa, pero sin pausa. Ser consciente de que la felicidad se refugia en el cúmulo de pequeños momentos, y que perseguirla como una meta sólo llevará a la frustración. La felicidad, como el amor, viene sin fecha, pero... pobre de aquel que jamás llegue a amar, pues habrá vivido en vano.

Efímero... qué palabra más bella.
David Waldorf.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

xx. Prefiero soñar .xx


Eres tan soñador… David - me dice mi otro yo en el espejo mientras se llena la bañera de agua tibia- . No puedes olvidar tu pasado ni dejar de imaginar tu futuro, parece que la cuestión es no ver el presente. Yo le intento explicar que esa tontería de “vivir el ahora” es una metáfora más, que no es sino un par de palabras bonitas y un objetivo imposible, como una frase de película barata que intenta quedar bien con dos palabras que ni el que escribe entiende.

Mira - le respondo yo a veces al reflejo – imagínate sobre un papel gigante. Tú serías diminuto, y tendrías que ir pintando sobre ese gran folio tu vida con colores distintos. El azul el pasado, el rojo el futuro. El presente no tiene color. Quieras que no, esa zona del papel acabará siendo una mezcla del futuro que intentas mejorar y del pasado del que intentas aprender para no repetir los mismos errores. Tendríamos un violeta improvisado, al fin y al cabo. Tampoco sé decirte el tono exacto, eso ya depende de si esa mañana me he levantado más fantasioso o precavido, quién sabe.

En cualquier caso soñar nunca está de más – yo le digo –, ya que muchas veces tres colores no son suficientes para lo que siento dentro de mí, y con valentía y un par de minutos me pongo a escribir palabras, historias. Es entonces cuando me veo rodeado de un trono de terciopelo, un folio que yo puedo escribir y corregir a mi manera, y miles de pompas de jabón que se elevan por mi mundo imaginario reflejando tantos colores como sueños tuvo el hombre más longevo del mundo. Y mira que casi siempre lo que termino escribiendo pierde su sentido cuando las pompas de jabón caen sobre la tinta de mi sopa de letras, pero al menos lo intento.

No sé si me has entendido - le termino diciendo – Y en ese momento, cuando mi reflejo está cubierto por el vaho, dibujo en el espejo dos palabras: PREFIERO SOÑAR. Y mi otro yo ya no responde.

lunes, 24 de noviembre de 2008

xx. Este no es el lugar .xx


Nací, crecí y apareciste en mi vida. Me enamoré de ti, conseguí romperte los esquemas y empezamos una historia con fecha de caducidad por culpa del miedo. Miedo al qué dirán, al sabor de un beso desconocido, a ser lo que no esperaban los demás de ti. Cientos de kilómetros y un sentimiento único, el que me hacías sentir cuando yo cerraba los ojos y tú me susurrabas dos palabras mágicas… yo era tan feliz. Fueron los dos años más intensos de mi vida, los más bonitos. Yo escuchaba un segundo tu voz y me moría de felicidad. El corazón se me aceleraba y vivíamos una realidad paralela sin injusticias ni dolores de cabeza.

Al final, como muchas otras historias de amor, no pudo ser. Estaba tan quemado, tan ensimismado con lo que yo sentía sin saber que tú necesitabas tiempo para aceptar el giro de tornas que yo había supuesto para ti que acepté tu despedida. Decíamos que esto nunca pasaría, que era imposible que nada nos separara y hoy me tengo que conformar con los recuerdos que con crueldad se pasean por mi cabeza. Jamás volveremos a tener quince años.

No sé si algún día aprenderé a vivir sin ti, sé que necesitaré tiempo, años. El sabor de la felicidad no se olvida con facilidad. Me da rabia no haber podido demostrarte muchas cosas. Me hace daño no saber en qué pude haber fallado, dos años a quinientos kilómetros de tu cuerpo ya eran demasiado. Me prometiste que no volverías para no hacerme daño y que así me demostrarías lo que me querías. Hoy me hago sangre al morderme la lengua pensando que acepté tu acuerdo.

Tengo que dejar de escribir, este no es el lugar ni tampoco el momento.

sábado, 22 de noviembre de 2008

xx. Pasión, sin más .xx


Hace cuatro años me enamoré del Cirque Du Soleil. Con quince años, en época de exámenes, descubrí la existencia de un circo muy famoso en el que no se utilizaban animales y se glorificaba el valor de la belleza y la estética. Acostumbrado desde pequeño a detestar a cualquier tipo de payaso gracias al conocido IT de Stephen King, el Circo del Sol cambió mi forma de entender las artes circenses.

Igual que sin quererlo me enamoré de la ciudad de Venecia, el Cirque Du Soleil entró en mi corazón en forma de flechazo. Pasé dos noches buscando vídeos de la compañía y me documenté como pude. Con el paso del tiempo y la aparición de YouTube pude satisfacer mis ansias de “saber más” con decenas de vídeos de este circo inigualable. Me recuerdo con el corazón acelerado y una lágrima resbalando en mi mejilla escuchando la composición de René Dupéré, Alegría, para el espectáculo del mismo nombre de 1994.

Desde entonces, cada vez que alguien dice las tres palabras mágicas (Circo del Sol) a este chico que escribe se le dibuja una sonrisa grande en la cara. No sé muy bien el porqué, simplemente me pasa.

Toda esta entrada, primera que escribo de forma espontánea en el blog, se debe a que después de tanto tiempo soñando con espectáculos como Quidam, Dralion, Corteo y Alegría, y de cinco meses de espera, tras pagar el dineral que nos han costado las entradas, he asistido al espectáculo Varekai, que se representa en el Recinto Ferial Casa de Campo, en Madrid, entre noviembre y principios de enero.

Era lo que esperaba multiplicado por cien. El espectáculo, de dos horas y media, ha logrado emocionarme superando con creces mis expectativas. Mientras vivía uno de los números más espectaculares que se han vivido bajo la carpa del Grand Chapiteau, consistente en el balanceo incesante de dos artistas por las alturas, me he preguntado cuánto tiene que amar el circo cada una de las personas que en él trabajan. Sin duda demasiado, la pasión que transmitían sus miradas con cada esfuerzo que hacían lo dejaba claro.

El cuidado vestuario, los efectos de luces, el perfecto tándem de teatro y circo, y la música, bella como jamás has imaginado, logra transportarte a una realidad paralela que nunca habías logrado experimentar. Esa es la esencia del Circo del Sol, la facilidad de un equipo de personas para hacer cruzar el umbral de la realidad a un grupo de espectadores que, paralizados, se dejan embaucar por una serie de sensaciones e imágenes de perfección neoclásica que durante un par de horas olvidan sus vidas respirando arte y vitalidad.

Como una droga que no daña, el Circo del Sol me ha atontado como hace unos años hizo una ciudad italiana en la que un día me gustaría dar un sí muy especial.


Pasión, sin más.

jueves, 20 de noviembre de 2008

xx. A sorbos .xx

Desde la primera planta de esta oscura cafetería busco la mirada de algún extraño al otro lado de la sucia cristalera; busco alguien que clave sus ojos en los míos y acuda a escuchar mis lamentos. El café arde como se incendia mi memoria al recordarte, así que me entretengo con el movimiento sin sentido de los árboles, mecidos por el aire exánime del otoño londinense que desde aquí no escucho mientras la leche se enfría. A estas horas de la madrugada el Starbucks madrileño en el que te conocí ya estaría cerrado y sin embargo, en esta ciudad, siguen sirviéndose decenas de bebidas de distintos sabores sin importar lo que indiquen las agujas del reloj.

Recuerdo a la perfección cómo te reíste, a dos sofás de distancia, cuando tras dar un sorbito a mi cappuccino, una capa blanca quedó presente en mis labios sin que me diera cuenta. Te tomé como un imbécil más y repasé una vez más el artículo que tenía que preparar para el próximo número de El País. Cuando volví a mirarte te tenía enfrente. ''¿Alicia, verdad?'', me preguntaste. Por una vez la chorradita de que te pongan el nombre en el vaso de plástico había servido para algo; asentí y te miré con curiosidad. Llevabas un gorro de lana en pleno agosto. Preferías que te tomaran por loco que por enfermo.

Me enamoré de ti, sin apenas haber pronunciado una sola palabra, cuando te quitaste el gorro y me mostraste el porqué de la tristeza de tu mirada. Abriste tu corazón a un simple nombre en un vaso y yo sólo pude tragar saliva. Sentí contradicciones en mi estómago y clavé mis uñas en la piel marrón del asiento.

Charlamos durante horas, tomamos café durante días, e hicimos el amor durante meses. Comentamos exposiciones, lloramos con películas en blanco y negro y me inculcaste tu amor por la música. Nos mudamos a Londres. Yo compraba tus pentagramas y tú me contabas mediante corcheas que una vida con amor era motivo suficiente para haber existido. Me prometí estar contigo hasta el último momento, luchando juntos por el cáncer que te alejó de mí. Hice un esfuerzo sobrehumano por sonreírte siempre, y cuando dormías, el espejo del baño era el único testigo de mi dolor y miedo.

Dejé mi trabajo, mi vida y mi Madrid por amarte el tiempo que el destino nos permitió estar juntos. La vida me regaló treinta meses al lado del ser más maravilloso del universo, al menos de mi universo personal. Cuando sientes la muerte a tu lado olvidas las mil capas estúpidas que envuelven tu vida y te quedas con la única realmente importante, el amor. Nunca quisiste prestarte a los médicos y pereciste abrazado a mí. Cuando abrí los ojos supe que ya no estabas.

Sin embargo, caprichosa la vida, no me dejaste sola. Tú te marchaste pero él se quedó conmigo. La última noche que hicimos el amor dejaste algo vivo dentro de mí. Los médicos dicen que es matemática imposible que en tu estado pudieses haberme dejado embarazada, pero las ecografías abofetean sus palabras.

Esta madrugada, en esta cafetería, prometo caminar hacia adelante y no rendirme jamás. El café ya está frío, a veces me entretengo demasiado recordando. Lo bebo a sorbos y me marcho de allí. Nos marchamos los dos, tu bebé y yo.

Todo irá bien, mi vida.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

xx. Tacón de aguja .xx


Te doy la bienvenida al salón de mi apartamento, ponte cómodo. Para que te vayas situando mientras te guardo la chaqueta, he de decirte que la tinta con la que podría estar escribiendo estas palabras tiene un valor económico que jamás lograrías reunir en tu cuenta bancaria trabajando en un puesto de trabajo como el tuyo.

Vivo en Nueva York. No te diré el precio del suelo que piso con mis zapatos rojos de Manolo Blahnik pero puedo confesarte que desde este sofá de piel tengo a mis pies las mejores vistas de Central Park que cualquiera podría tener.

He preparado este café para ti, ten cuidado con la porcelana.

Cada una de estos lujosos espejos refleja mi cuerpo extremadamente perfecto en sus cristales. Son de Praga, cariño. Sé que soy perfecta, deja de mirarme así si no quieres que me ruborice. Este traje oscuro se lo encargué a Gucci hace apenas un par de días. En serio. Si te fijas bien, los tacones rojos de los que te acabo de hablar hacen un contraste maravilloso con el vestido y con mi precioso cabello moreno.

No te muevas, voy a maquillarme y vuelvo enseguida.

La verdad es que lo de ser la mejor vestida de la ciudad me viene de familia. Mi madre tenía estilo ¿Cómo crees si no que tendría estas paredes de estilo afrancesado decorando este precioso baño? ¿Crees que lo he conseguido por mí misma? No, no es así. Mi padre es un pez gordo de uno de los bancos más importantes del mundo, con oficina en Nueva York. En realidad es un cabronazo que siempre ha pensado que su dinero me era suficiente para ser feliz. No nos vemos con frecuencia, la verdad. No me pidas que te diga la cantidad de dinero que maneja. Si algo me distingue a mí es, además del buen gusto, la discreción y el no presumir de lo que tengo. Bueno, el yate es que es de los más grandes del puerto, qué quieres que le haga. En definitiva: estoy forrada. Podría dormir con sábanas hiladas por billetes de miles de dólares si lo deseara. No creas que te miento.

Quién me diría a mí, que a mis veinte años de edad iba a ser una zorra con suerte, una diva de Nueva York. Y no te creas que termina de gustarme la ciudad por muchos millones que tenga. Eso de salir de compras por Midtown y cruzarme con algún toxicómano que otro como tú me pone los pelos de punta.

Yo siempre he sido muy tolerante cariño, si algo he defendido en mi deslumbrante vida ha sido la libertad de las personas. El derecho de todos y cada uno de actuar libremente y de acuerdo a su conciencia, sin tener que dar explicación a nadie. Oye… no me negarás que esta sombra de ojos me da un toque así como glam, ¿verdad? Veamos, qué te estaba diciendo. ¡Ah, sí! Te estaba comentando que he sido una feroz defensora de la libertad individual de everyone.

Cada uno puede vestir como quiera y pueda, ¿no? No todas en este mundo tienen la suerte que yo he tenido ni pueden permitirse comprar lo último de lo último en la Quinta Avenida, ¿verdad que no? Yo me tomo mi té rojo, por supuesto siempre con edulcorante, en la cafetería acristalada de moda con un buen libro de Jane Austen, mientras que otras lo hacen tiradas en la hierba de un triste parque de alguna vulgar ciudad demostrando su latente mediocridad. ¡Qué le vamos a hacer! Un segundito, que no encuentro el colorete. Ya está, prosigamos.

Cariño, que en conclusión todos somos libres y tenemos lo que perseguimos. Por ejemplo, esta madrugada tú y sólo tú te has buscado morir. No me hables del derecho a la vida, no seas demagogo. Seguro que el mes pasado me viste en la Vogue defendiendo los derechos humanos con esa ropa asquerosa que me obligaron a ponerme, así que deja de hablar. ¡Yo tengo dignidad, en esencia!

En este momento Sarah golpea con furia el espejo del baño haciendo que su reflejo desaparezca en mil añicos, provocando un imprevisto estruendo.

¡Mira lo que has hecho! - Grita con furia – Arrasaste con mi dignidad y ahora has conseguido que mi fabuloso espejo se haya jodido para siempre. ¿Esto es lo que quieres?

Sarah se desplaza al salón llena de rabia y los dos ojos de su obligado invitado se clavan en el pedazo de cristal que lleva en su mano izquierda.

Que vayas vestido con un traje de Brioni y juegues al golf los domingos no te da derecho a hacer lo que me hiciste, hijo de puta. Esa madrugada, en la que el alcohol bailaba por mis venas al ritmo de las luces de neón en la discoteca, tú me esperabas a la salida en tu deportivo de mierda. Aguantaste horas en él, colocado de tu droga preferida, esa que podría matarte pero que jamás lo hará porque yo me adelantaré. No te rendiste al paso de las horas y cuando finalmente salí de aquel elegante local me trataste como a un mísero juguete.

Tiraste de mí de imprevisto, sin que tuviese tiempo para reaccionar, y me violaste. Ridiculizaste toda mi existencia y abusaste de mi cuerpo sin pararte a pensar en las consecuencias, rompiendo mis sueños y eliminando por completo la persona que hasta ese momento fui. He intentado olvidar, de verdad, convirtiéndome en una estúpida princesita neoyorquina cuya mayor inquietud sea conseguir los zapatos de charol de Judy Garland en el Mago de Oz. Ahora sé que me engañaba, mi odio te esperaba en algún lugar inhóspito de mi alma. Cuando esta gris mañana te vi, lo supe, en ese mismo momento. Fue toda una sorpresa. Hasta ese instante y desde que me robaste la dignidad me había convertido en una estatua que petrificada no había vuelto a sentir emoción ninguna, me alejé de todo. Cuando te vi sentí odio.

Y ahora estás aquí, fíjate. Atado, drogado, frente a una niña pija que por un incidente se ha vuelto a cruzar en tu camino y que no te va a dejar escapar. La justicia no existe, el mundo es del más poderoso. Nadie sabe lo que ocurrió, prefiero tomarme la justicia por mi mano y empatar el marcador. ¿Ves este cristal? Cuando el reloj marque las doce te lo habré clavado en el corazón. Qué épico, cuando Cenicienta vuelve a casa tú volverás al infierno, apuñalado por un cristal afilado, como un finísimo tacón de aguja.


¿Quieres decir algo? ¡Ah no, tú no me dejaste hablar a mí cuando te apropiaste de mi cuerpo!

Tres, dos, uno… ¡Bon Voyage!