domingo, 23 de enero de 2011

Palomares: 45 años de plutonio

Recordar la historia de Palomares, una pedanía de Cuevas del Almanzora –Almería-, requiere hablar del 17 de enero de 1966, día en el que tuvo lugar el accidente nuclear más significativo de la historia de España: el choque de dos aviones de la Fuerza Aérea Estadounidense hizo que cuatro bombas atómicas cayeran en suelo almeriense. Dos de ellas quedaron intactas, mientras que el otro par contaminaron 50.000 metros cúbicos con plutonio. La descontaminación de la zona es un problema que dura ya 45 años.

En la actualidad, Palomares es la localidad más radioactiva de España. El Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) aseguró en 2001 que el nivel de radiación en Palomares era 20 veces mayor de lo normal. El presidente de Ciemat, Juan Antonio Rubio, declaró que si se excava en la zona contaminada el plutonio podría aflorar, por lo que el uso del suelo debería restringirse.

¿Hasta qué punto es lícito que se estén vendiendo terrenos de la pedanía? ¿Dónde quedó la cooperación americana? Estados Unidos sigue colaborando económicamente, pero no hay acuerdo a la hora de decidir qué hacer con el territorio contaminado. El próximo 28 de enero, el alcalde de Cuevas del Almanzora, Jesús Caicedo, y el de la pedanía de Palomares, Juan José Pérez, se reunirán con el embajador norteamericano Alan D. Solomon, para tratar de solucionar el dilema.

El miedo de los vecinos ante las posibles consecuencias de la contaminación sigue presente. La foto de Fraga bañándose en sus aguas para demostrar la ausencia de radioactividad, hoy suena a chiste. O a ciencia ficción.

Fotografía de Sensei Katorga

jueves, 20 de enero de 2011

xx. Facultad .xx

Deberíamos trabajar, pero sacar buenas notas también es importante. Tendríamos que leer más literatura... pero en ese caso perderíamos tiempo indispensable para preparar tus exámenes... ¡estudiad mucho! No, mejor trabajad. Lo queréis todo ‘aquí y ahora’ y eso no puede ser, pero tampoco dejéis que nadie os pise, ¿eh?. El panorama que os espera tras titularos... es pésimo. Podrías haber hecho el examen mejor, tú vales mucho. No vales nada, mírame a mí, subdirector de un periódico nacional, ¡ya querrías, niñato! ¡No lleguéis tarde! ...eso sólo puede hacerlo el profesor. Hay que leer más, compra mi libro, ese de 40 euros que sólo te servirá para conseguir el aprobado y que después podrás tirar a la basura de lo malo que es. Estudiad más. ¡Hay que irse de Erasmus! ¿Es que no sabes 20 idiomas? ¿Qué decís de descansos entre clases? Confórmate con ser becario en el primer medio que te ofrezcan, no pidas más, ¡eres un jodido crío!

Hasta que un día el estudiante de Periodismo – por ser mi titulación, aunque es posible que le texto anterior podáis aplicarlo casi a cualquier carrera universitaria - se cansa y decide cerrar las orejas, fiarse de sí mismo y permitirse equivocarse porque en eso consiste el aprendizaje, en caer y volver a levantarse. La vida no consiste en esperar a que pase la tormenta, sino en aprender a bailar bajo la lluvia. Porque en realidad muchos devoramos libros, nos pasamos el día viendo cine, nos informamos de la actualidad que nos interesa y, más allá de todo eso, hacemos felices a la gente que queremos. Porque tenemos amigos, familia, pareja, necesidades y sueños que desconocéis. Nadie os ha dicho que quiera dedicar mi vida ni a redactar sucesos, ni a cubrir guerras, ni que me interese la economía. No necesito que me marquéis objetivo, ya lo hago yo a diario con éxito. Dejad de intentar contagiarnos con vuestro pesimismo y en vez de exigirnos el dedicar más tiempo del que disponemos a vuestras asignaturas intentad comprendernos de vez en cuando. Elegí libremente cursar la carrera que estudio, pero mucho antes establecí prioridades entre las que amar, cuidar de la gente que me rodea, moldearme de acuerdo a mis pasiones y, sobre todo, hacer de mi tránsito finito un camino feliz, prevalecen por encima de vuestros bobos exámenes. Qué le vamos a hacer, atormentad a otro.

DAVID WALDORF.

domingo, 16 de enero de 2011

The show must go on

La noche del martes 28 de diciembre de 2010 será recordada como el momento en el que el zapato de cristal del Periodismo, con mayúscula, se convirtió en la zapatilla de mercadillo que se impone en la televisión española actual. No importa que huela, que sea de peor calidad o que le haga daño en los pies al que la usa: la sociedad la demanda, y parece que eso es suficiente. No, no es un cuento, es el final de CNN+, el canal de información continua del grupo PRISA.

Tras once años de emisión, el eslogan “Está pasando, lo estás viendo” resonó por última vez en la voz del presentador Benjamín López, rodeado por los trabajadores del medio en uno de los platós de la cadena. López recordó en la despedida que el cierre se producía por la inviabilidad del canal, que acumulaba pérdidas que superaban los 40 millones de euros. Segundos después, CNN+ desaparecía para dejar paso al canal de telerrealidad Gran Hermano. Ni siquiera un fundido a negro. The show must go on.

Ya es hora de que el espectador se planteé de una vez la siguiente pregunta: ¿hay que seguir permitiendo que los espacios que generan más audiencia sean aquellos que imparten valores como el sensacionalismo, el rumor y la mediocridad? La existencia de programas como Sálvame no son responsabilidad de los empresarios que dirigen cadenas como Telecinco –y sólo buscan el beneficio económico-, sino del espectador que permite su continuidad a partir de su visionado.

El 28 de diciembre desapareció una de las pocas cadenas de información plural y profesional que se emitía en España. La audiencia ha decidido

David Molina Vázquez.