miércoles, 2 de diciembre de 2009

xx. Agua .xx

Cada mañana humedecía las aceras limpiando la suciedad que los caminantes arrojaban sin miramientos. A las cinco de la mañana sonaba el despertador, se metía en aquel mono de color verde y, con el sabor del café de máquina en la boca, recogía la manguera con la que dejaba impolutas las calles. Cuando abrían el quiosco de la calle Madrid, Javier ya estaba terminando su trabajo.

Amanecía cuando el viento helado se convirtió en un golpe de calor al verla aparecer. Tenía las piernas más bonitas que Javier había visto, y su melena cobriza tapaba parte de la mirada que según se iba acercando le quemaba la piel. Tragó saliva y se limitó a observarla. Llevaba un conjunto negro que se intuía bajo un abrigo del mismo color.

En diez segundos Noelia se cruzaría con él y, si nada lo impedía, se convertiría en un vago recuerdo con el que fantasearía en el cuarto de baño al volver del trabajo. ¿Se la jugaría por una vez en su vida? Le temblaron las piernas cuando respiró el aroma a jazmín que dejó al pasar a su lado. No se lo pensó dos veces, no había tiempo: agarró aquel trasto con el que limpiaba la mierda de la ciudad y, tras tres grandes pasos, la alcanzó…y el resto es historia. La solución a esa cobardía tuvo como resultado la desaparición de cualquier rastro de aroma de flor en la femme fatale a cambio de unos cuantos – más bien muchos – litros de agua. Ella se giró y, llena de cólera, le dio una sonora bofetada.

Minutos después, Noelia se abrigaba con la chaqueta de Javier en una cafetería del barrio mientras dejaban de lado la rutina por unas horas, sin saber que justo en ese momento estaba naciendo una bonita e inusual historia de amor. Luchar contra el destino habría sido estúpido.
David Waldorf.

1 comentario:

  1. Le diria que fue sin querer... y despues siendo todo amabilidad ya se sabe...

    Muy bonitaaaaa!! Hay que luchar!!

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