Por fin han dicho '¡BASTA!'. Primero Túnez, después Egipto. Que ya no aguantan más años de dictadura. Que no. Que no son súbditos, sino ciudadanos. El odio popular se mezcla con los gritos de personas de todas las clases sociales, creencias y edades. Se han echado a la calle para que nadie vuelva a escupirles en la cara, para que la precaria situación en la que han vivido durante varias décadas deje paso – de una vez - a la democracia. Unen sus voces llenas de ira en pro de la libertad y la dignidad que tanto anhelan. Los parásitos, mientras tanto, huyen. Probablemente en sus conciencias no pesen las muertes de las que son responsables y la restricción de libertades a la que han sometido a 'sus' países. Parásitos a los que la historia pondrá en su sitio.
Ahora sólo queda que ni los tunecinos ni los egipcios abandonen su lucha. Hay muertos y heridos, pero no parecen estar dispuestos a que nadie les pare los pies, no abandonarán la calle. Ya no. Quieren libertad y convertirse en dueños de su propio destino. Ojalá esto sólo sea el principio y otros muchos tomen el ejemplo de las multitudes revolucionarias de estos países, con el objetivo de demostrar quién manda.
Y por mi parte, gracias por emocionarme y por devolverme la confianza que ya creía perdida en el ser humano. Gracias de verdad.
David Waldorf.
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