sábado, 22 de noviembre de 2008

xx. Pasión, sin más .xx


Hace cuatro años me enamoré del Cirque Du Soleil. Con quince años, en época de exámenes, descubrí la existencia de un circo muy famoso en el que no se utilizaban animales y se glorificaba el valor de la belleza y la estética. Acostumbrado desde pequeño a detestar a cualquier tipo de payaso gracias al conocido IT de Stephen King, el Circo del Sol cambió mi forma de entender las artes circenses.

Igual que sin quererlo me enamoré de la ciudad de Venecia, el Cirque Du Soleil entró en mi corazón en forma de flechazo. Pasé dos noches buscando vídeos de la compañía y me documenté como pude. Con el paso del tiempo y la aparición de YouTube pude satisfacer mis ansias de “saber más” con decenas de vídeos de este circo inigualable. Me recuerdo con el corazón acelerado y una lágrima resbalando en mi mejilla escuchando la composición de René Dupéré, Alegría, para el espectáculo del mismo nombre de 1994.

Desde entonces, cada vez que alguien dice las tres palabras mágicas (Circo del Sol) a este chico que escribe se le dibuja una sonrisa grande en la cara. No sé muy bien el porqué, simplemente me pasa.

Toda esta entrada, primera que escribo de forma espontánea en el blog, se debe a que después de tanto tiempo soñando con espectáculos como Quidam, Dralion, Corteo y Alegría, y de cinco meses de espera, tras pagar el dineral que nos han costado las entradas, he asistido al espectáculo Varekai, que se representa en el Recinto Ferial Casa de Campo, en Madrid, entre noviembre y principios de enero.

Era lo que esperaba multiplicado por cien. El espectáculo, de dos horas y media, ha logrado emocionarme superando con creces mis expectativas. Mientras vivía uno de los números más espectaculares que se han vivido bajo la carpa del Grand Chapiteau, consistente en el balanceo incesante de dos artistas por las alturas, me he preguntado cuánto tiene que amar el circo cada una de las personas que en él trabajan. Sin duda demasiado, la pasión que transmitían sus miradas con cada esfuerzo que hacían lo dejaba claro.

El cuidado vestuario, los efectos de luces, el perfecto tándem de teatro y circo, y la música, bella como jamás has imaginado, logra transportarte a una realidad paralela que nunca habías logrado experimentar. Esa es la esencia del Circo del Sol, la facilidad de un equipo de personas para hacer cruzar el umbral de la realidad a un grupo de espectadores que, paralizados, se dejan embaucar por una serie de sensaciones e imágenes de perfección neoclásica que durante un par de horas olvidan sus vidas respirando arte y vitalidad.

Como una droga que no daña, el Circo del Sol me ha atontado como hace unos años hizo una ciudad italiana en la que un día me gustaría dar un sí muy especial.


Pasión, sin más.

2 comentarios:

  1. Uohh voy a dejar mi huella (chan-chan chan-chan) jajaja, es broma.
    Bueno nenin que me tienes un poco harto, solo te falta hacerte un MySpace, un metroflog y un perfil en todocanis.com y me pidas que te firme en ellos tambien, porque OMG que quien a ti no te conozca es porque internet no tiene... xD
    PD. Yo tambien tengo muchas ganas de ir al Circo del Sol. (abraxussss).

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  2. Mi niñooo!!! precioso blog, aunque no haya firmado antes que sepas que he leido muchas de tus entradas y que me gustan mucho... en serio te lo digo...
    Me alegro mucho de conocerte porque como sabes me pareces un chico encantador y un cielo de persona...
    A ver si nos vemos ahora en diciembre que tengo ganitas... un beso precioso!!!! muaksss!!!!

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