
Puede que mi novio aún se piense que el lunes subiré al avión sin ganas, por la manía innata que creía tener a Alemania, puede que crea que el viaje no me motiva. Nada más lejos de la realidad. Poco a poco, sin que él lo sepa, he ido leyendo artículo tras artículo de la ciudad en diversas revistas, he cerrado los ojos para imaginar, una y otra vez, a qué debe oler el aire berlinés y he intentado averiguar, mientras me mordía las uñas, qué sentiré al pisar una ciudad que, más allá de su juventud, ha vivido de cerca uno de los episodios más cruentos de la humanidad, si no el que más.
Cada segundo que pasa estoy más nervioso, me alejo más de Madrid y me descubro pronunciando mal un Wie geht’s? que queda bonito escrito, pero raro cuando sale de mi boca. Creo que me he enamorado de Berlín a base de soñarlo a mi manera, con la voz de Zahara junto a Coque Malla, con la energía brutal que sentiré al visitar ciertos lugares de la ciudad y, también, al mirar a un lado y descubrir quién viaja conmigo. He decidido no asentar ideas sobre cómo será la ciudad porque, probablemente, cuando esté allí la sentiré muy diferente a todo lo que me contaron de ella un día.
Hoy voy a empezar a construir la casa donde estaré para toda la vida,
voy a recorrer esta ciudad, voy a quedarme en Berlín para toda la vida.
David Waldorf.
Verás qué bonito todo lo que veremos en Berlin. ^^
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