domingo, 18 de julio de 2010

xx. Be de Berlín .xx

Mientras los futbolistas de mi país se embolsan 600.000 euros por cabeza tras haber ganado el mundial y los políticos españoles se ponen por una vez de acuerdo, en concreto para impedir la publicación de anuncios de prostitución en los medios de comunicación -tras los que se esconden las mafias que trafican con mujeres-, yo me dedico a pensar en la be de Berlín y a dejar que corra en youtube un documental de la ciudad al que ni siquiera presto atención. Creo que lo que sucede es que la visión que me dan de la ciudad es muy diferente a la que yo, poco a poco, me he creado de ella.

Puede que mi novio aún se piense que el lunes subiré al avión sin ganas, por la manía innata que creía tener a Alemania, puede que crea que el viaje no me motiva. Nada más lejos de la realidad. Poco a poco, sin que él lo sepa, he ido leyendo artículo tras artículo de la ciudad en diversas revistas, he cerrado los ojos para imaginar, una y otra vez, a qué debe oler el aire berlinés y he intentado averiguar, mientras me mordía las uñas, qué sentiré al pisar una ciudad que, más allá de su juventud, ha vivido de cerca uno de los episodios más cruentos de la humanidad, si no el que más.

Cada segundo que pasa estoy más nervioso, me alejo más de Madrid y me descubro pronunciando mal un Wie geht’s? que queda bonito escrito, pero raro cuando sale de mi boca. Creo que me he enamorado de Berlín a base de soñarlo a mi manera, con la voz de Zahara junto a Coque Malla, con la energía brutal que sentiré al visitar ciertos lugares de la ciudad y, también, al mirar a un lado y descubrir quién viaja conmigo. He decidido no asentar ideas sobre cómo será la ciudad porque, probablemente, cuando esté allí la sentiré muy diferente a todo lo que me contaron de ella un día.


Hoy voy a empezar a construir la casa donde estaré para toda la vida,
voy a recorrer esta ciudad, voy a quedarme en Berlín para toda la vida.

David Waldorf.

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